domingo, 31 de mayo de 2009

Sergio Ramón Fuentalba

Sergio Ramón Fuentealba, entomecinado hasta las últimas
Sergio Ramón Fuentealba ha partido. Desde Tomé y seguramente hacia el mar, para Peregrinar por el Golfo con su amigo Alfonso Alcalde.
Lo conocí una mañana tomecina de 1996 , creo. Con la idea de montar una obra de teatro llegó a La Peña, centro de restauración del cuerpo con un tinto y sopaipillas, y del espíritu con amistad y poesía. Por las ventanas el paisaje de la singular Plaza tomecina. Por ella transitan, en la mañanas, ilusionados padres y padrinos a bautizar a sus retoños. Mas tarde son los relucientes novios los que abandonan la iglesia benditos. El hombre ya puede besar a la novia. Y cuando el sol declina en el mar, la misma gente del bautizo y el casamiento, acompaña cerro arriba el funeral. Es como si el ciclo entero de la vida se concentrara en la calle Nogueira donde conocí en largas tertulias, en afanes y trajines libertarios a Sergio Ramón Fuentealba, a quien a pesar de su insistencia, nunca pude tratar de tu. No solo por sus años sino porque a pesar de lo estropeada por la vida, la corpulencia de su estirpe y su sabiduría inspiraba el tener el respeto que nos enseñaron tener, cuando chicos.
Muchos darán cuenta de su vida, de su memoria prodigiosa, de la pluma de los periodistas antiguos, los que no cerraban el negocio a las 4 de la tarde. De su amistades y relaciones con lo mas granado del arte, la cultura y la política del siglo 20. Yo sólo recordaré su condición de entomecinado. Ttérmino que echó a correr y que poco a poco ha ido agarrando vuelo:
En la Tribuna de El Sur de el jueves 4 de julio de 2002 escribió: “... Todo un personaje de la ciudad. Eso, precisamente, es don Humberto (Cartes. Un Personaje de Tomé) y comencé a estimar hace 17 años, cuando decidí “entomecinarme”, término acuñado por mi amigo el escritor Darwin Rodríguez, hoy flamente Consejero Regional...”
La verdad es que su proceso de entomecinamiento fue largo, comenzó en sus visitas adolecente, pero se concretó con su habitación empecinada y persistente avanzados los 90, en la caleta de los Bagres, colindante con el cementerio.
El entendió desde el principio esto de entomecinarse. Muchos se preguntan qué le pasa a la gente con este pueblo, que se queda. Un común amigo, El Tito, a la sazón, monje Franciscano doctorado en Roma, le puso la injundia en El saber.cl: ” Alguna vez el Chico Darwin definió todo eso como entomecinamiento, es decir lo que nos pasa a los que no somos de Tomé con Tomé. Entomecinamiento es una suerte entumecimiento de las estructuras que nos sostienen de no caer en la nada. Es, en fin, vencerse a la nada y hacer un pacto sólido con la soledad que nos persigue desde la maternidad al nicho, sin derechos a repechajes, acompañándola de causeo, de mariscal o de poemas en hojas amarillas”
Sergio no se resistió, como otros, que igualmente sucumbieron, como José Moral otro amigo compartido, quien narra en una noche de conversa, a propósito de su entomecinamiento: “El tiempo ha pasado y aún resuenan los acordes (con las disculpas a Baglieto) de la frase lanzada a boca de jarro por el poetaescritorinventadordehistorias tomecino Darwin Rodríguez en alguna etílica noche en el Negro Bueno, El Yate Chico, El Jacques Cousteau… (la verdad debe de haber sido en alguno, en cualquiera o en todos esos bares al mismo tiempo); “No seas huevón Pepe, tu ya eres un ENTOMECINADO, y eso no se te va a pasar nunca”. Mis risotadas deben haberse escuchado en el mismito Dichato ya que el Pepe en cuestión se pensabase muy otro y muy al margen de esas emocionalidades, dignas de señorita de rosa vestido…. “Nica Chico, soy un montón de huesos con nombre y apellido, pero sin patria”, Eso dije.” Y termina el Pepe diciendo que su hija, que vive en Santiago se define, orgullosa, como tomecina.
Orgullosos nos sentimos los tomecinos de haber tenido en nuestros barrios, en la biblioteca con sus muchos libros editados, sus obras de teatro, sus escritos en El Sur, su amistad y los varios hijos que tuvo con Cecilia y que son nuestros, tomecinos de tomo y lomo como su padre que definitivamente habita la Galaxia de Tomé como el que mas.

viernes, 1 de mayo de 2009

GArcía Márquez y la gripe porcina

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Botiquín antigripal

Darwin Rodríguez - Escritor

En Frutillares, cerca del actual cementerio N° 2 de Tomé, se instaló hace muchos años, un “lazareto” adonde se enviaban a las víctimas de la epidemia de cólera que asoló la comarca.

Don Félix Moena ofrecía en su botica, los “papelillos del Dr. Castagne a 20 centavos y a mitad de precio para los pobres; y también el licor anticolérico del Dr. Seigmoongen a $1, sin descuento especial para nadie”. La verdad es que ni uno ni otro remedio servía, ya que sólo el descubrimiento del antibiótico en 1949 sirvió efectivamente para detener la plaga.

Los tomecinos que no fueron afectados por el cólera probablemente desarrollaron defensas naturales. Este recuerdo, escrito hace un tiempo en un libro de historia sobre la fundación de la ciudad de Tomé, saltó a mi computador a propósito de las alarmantes noticias llegadas desde las centrales noticiosas norteamericanas, acerca la fiebre porcina.

Como soy de los que creen en la vida más que en la tragedia, hurgué en los rincones de mi botiquín intelectual en busca de un antídoto para sobrevivir a esta nueva catástrofe, cuya aparición, curiosamente, coincide con la llegada de Obama a México.

Al fondo de mi botiquín, entre libros de poemas, cuentos de Alfonso Alcalde, imprevistos de Cortazar, fotos de mis hijas, una chupalla vieja y rota que me resisto a botar, una mujer escultural que me regaló –en greda– Santiago Espinoza para mi cumpleaños; y unas castañas humeantes y cariñosas en esta fresca tarde de abril encontré lo que buscaba: el 1 de septiembre de 1982 Gabriel García Márquez escribió en el Diario El País, de España, un artículo llamado “Terrorismo científico”, en el que le da un pellizcón al pesimismo, ironizando con maestría acerca de la enfermedad de poner de moda alguna enfermedad que de tiempo en tiempo aparece como el fantasma del comunismo que asola la moderna faz de la tierra.

Comienza García Márquez así: “Hace veinte años estaba de moda el colesterol. Las dietas eran rigurosas e insípidas, y no estaban destinadas, como ahora, a regular el peso, sino a impedir que el silencioso asesino se acumulara en la sangre. Alguna revista de divulgación científica publicó la versión de que la berenjena era el preventivo más eficaz del colesterol: sus precios se dispararon hasta un punto en que era como comer pepitas de oro”.

Antes, durante y después el cáncer, la diabetes, las amígdalas, la moda de apendicetomía, el herpes que no mata pero tampoco muere.

La situación no es para morirse…de la risa, ni de miedo, aunque la H1N1 ha cobrado ya varias docenas de muertos y probablemente empatará a la influenza común. Lo mejor es tomar precauciones, evitar oportunidades de contagio, seguir instrucciones, pero no ponerse hipocondríaco.

Boris Sánchez Elchiver, un escritor de textos sabios, breves y divertidos, debe estar mirando las estrellas, o quizás una minifalda, mientras de reojo se entera de la influenza porcina. Es que ya ha pasado por estos trajines.

El doctor le dijo que tenía que ser mas prudente y mas sensato con su vida, que disminuyera el consumo de sal, que no fumara, prescindiera del alcohol, evitara el exceso de grasa y que abandonara definitivamente esa existencia sedentaria que la estaba matando en vida y que por lo menos caminara algunas cuadras de vez en cuando, para que la energía circule.

Así lo hizo. Salió a eso de las seis de la consulta y por ahí por las siete estaba paseando por el Parque Forestal. A las ocho la asaltaron, le dieron una feroz paliza y murió en el acto.

No puede ser que cada día estemos con un distinto temor a morir que no nos deja vivir. La hipertensión, mucho huevo, leche descremada, cerveza sin alcohol, dulces sin azúcar, mucho vino, que una copita al día, si a la aspirina, no a la aspirina. Corra, no corra. No, sí, no. Informe de expertos, consejos de abuela, horóscopo, encuestas, lo dijo la tele, ¡no comadre!

Termino con un mago, que adivina el futuro, le dicen “El Gabo”, y hace 25 años escribió “No es posible no preguntarse, habiendo tantos precedentes, si no estamos otra vez en presencia de una nueva campaña de terrorismo científico, cuya finalidad es condicionamos para quién sabe qué tremenda operación comercial”.



Esta entrada fue publicada el Jueves, 30 de Abril de 2009 a las 18:46 y está clasificada bajo: General. Puede hacer un seguimiento de los comentarios de esta entrada gracias al feed RSS 2.0. Puede dejar un comentario, o enviar un trackback desde su sitio.
3 comentarios sobre “Botiquín antigripal”


1. OBSERVADOR dijo:
30 de Abril, 2009 - 19:41

………….jefe ..no le ponga tanto…..hay que ser escritor, creativo pero en ningùn caso “alarmista”

2. REDechile dijo:
30 de Abril, 2009 - 21:16

Tremendo texto para llegar a esa conclusion… uuufffff y lo peor de todo es que la lei entera… Sr. Darwin Rodríguez quien sabe… no descarto la idea de bio-terrorismo.

3. darwin ezquizo dijo:
30 de Abril, 2009 - 21:46

Ya se acerca Garcia Marquez a su querido Melquiades prediciendo el futuro, que grande.
La moda, vaya que incomoda. A convivir con -y como- los amigos puercos¡

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García Márquez y la gripe porcina

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Un árbol, un libro
Darwin Rodríguez - Escritor
Habría que celebrar el “Día Internacional del Libro” como se festejaban antes los onomásticos. Las inolvidables fiestas de las Marías, los Luises, los San Pedro y San Pablo. Faltaban sillas para tanto invitado y había que organizar la “mesa del pellejo”.
Pero a falta de pan y tortas, hagamos –al menos– un breve reconocimiento a este objeto del que tanto se habla, pero que en la hora de los quiubos no tiene cabida ni siquiera en la mesa que antes nombrábamos.
El libro no siempre ha sido como lo conocemos actualmente, ni va a seguir siempre igual. Ya se habla del libro virtual. La Biblioteca de Babilonia, que existió hace muchos cientos de años, consistía en una gran cantidad de tablillas de greda, algo así como adobes o ladrillos delgados, sobre los cuales –con un punzón– se dibujaban signos. Esos eran los libros de la época. Famosos son los papiros egipcios. En cueros curtidos escribían otros pueblos sus signos. Las tablas de la ley fueron escritas a fuego sobre la roca viva.
A propósito de la Biblia, recuerdo que en Temuco escuché una anécdota de Eduardo Galeano, el gran escritor uruguayo, quien contaba que a la llegada de los españoles, ante la dificultad de enseñarle castellano al pueblo, decidieron traducirla al dialecto autóctono. Luego de arduos meses de trabajo, se reunieron con los caciques para mostrarles su obra y escuchar su sabia opinión. Al terminar, y ante la indiferencia de los jefes indígenas, preguntaron qué les parecía la traducción. Ellos dijeron: eso rasca muy bien, pero no rasca donde pica (nótese la percepción sensorial de la realidad, la Biblia rascaba).
Hablar hoy del libro es de buen gusto, pero me he preguntado si podemos celebrar honestamente el “Día del Libro” si no somos consecuentes con lo que hemos aprendido de ellos. Si no rasca donde pica.
Veamos el tema desde otro ángulo. Los sectores de la región de La Araucanía y de la del Bío Bío, donde hay una gran concentración de pueblos indígenas, tienen un alto grado de analfabetismo en relación a otros lugares, que son –supuestamente– alfabéticos. Aunque en honor a la verdad, los únicos alfabéticos son los griegos, pues ellos usan el alfa, beta, gama, etc.; es decir, los signos de la escritura griega.
Nosotros usamos el a, be, ce, da, rio. Estos son nuestros signos.
Dichas las cosas de esta manera, los habitantes de este país seríamos, en aplastante mayoría, analfabetos, porque no sabemos griego, en cambio, seríamos abecedáricos. El sistema de signos que nos permite leer es el abecedario.
¿Qué es leer?
Leer es interpretar signos. Los griegos su alfabeto.
Gran parte de los occidentales interpretan el abecedario.
Los campesinos descifran el lenguaje de la tierra.
Los pescadores, los signos del mar y de los cielos.
La madre descifra el leguaje de sus bebés antes de que ellos emitan palabras.
Un amante descubre las señas de su amada.
Leer es interpretar signos.
Un idioma o dialecto no es sólo forma, sino una cultura, una manera de vivir, de amar, de sufrir, de morir, de ser feliz.
Sin embargo, en el mundo actual, la tecnología nos ha llevado sólo a ver los signos, no a interpretarlos. Los medios de comunicación leen por nosotros, interpretan los signos por nosotros y nos in-forman, o quizás nos des-in-forman o mal-forman, o de-forman o re-forman.
¿Están ustedes con-formes?
La misión es re-conocer, leer e interpretar nuestros signos. De esa manera estamos defendiéndolos.
De qué nos sirven miles de libros y expertos en descifrarlos, y de qué sirven los profesores si no aprendemos a defender el espíritu de los libros, si para hacerlos depredamos los bosques. De esa manera nos convertimos en analfabetos, anabecedáricos, iletrados e ignorantes.
En el significado más puro, nuestros libros son los árboles, en ellos podemos leer. Cuando éste se convierte en albergue para una familia, es un libro provechoso, o cuando tempera el hogar en los fríos inviernos de este sur.
El árbol es útil cuando en los hombros de Caupolicán expresa la fortaleza del pueblo araucano.
Y es nefasto cuando de un árbol el invasor fabrica la pica en que sepultan los sueños de libertad del gran toqui y su pueblo.
Seremos verdaderamente analfabetos cuando perdamos nuestros libros, es decir nuestros árboles, la pesca de nuestros mares, las tradiciones de nuestros pueblos.
Defendiendo nuestros signos celebramos el “Día Internacional del Libro”.


Esta entrada fue publicada el Viernes, 24 de Abril de 2009 a las 18:35 y está clasificada bajo: General. Puede hacer un seguimiento de los comentarios de esta entrada gracias al feed RSS 2.0. Puede dejar un comentario, o enviar un trackback desde su sitio.

9 comentarios sobre “Un árbol, un libro”

1. darwin ezquizo dijo:
24 de Abril, 2009 - 21:53
Defendamos nuestros signos. Siempre.
Abrazos.

2. Dra.carmela dijo:
25 de Abril, 2009 - 10:09
Muy buen escrito y uso de los signos de nuestro idioma, con sentido, poesia, metáforas, y vision de la realidad.

3. Foucault dijo:
25 de Abril, 2009 - 17:29
El Escritor, su blog, un libro y un arbol.
Una excelente parada para en el argumentario virtual

4. Roxana dijo:
26 de Abril, 2009 - 14:27
Como siempre “lenguajeando” y mostrando el submundo literario..
Desde Penco, muchos cariños!

5. EL VIEJO CLOTARIO. dijo:
26 de Abril, 2009 - 15:58
MUY BIEN !, NO HAY NADA MAS IMPORTANTE QUE TENER MEJOR BASE, PARA UNA BUENA COMUNICACION.

6. Ceffer Olivera dijo:
27 de Abril, 2009 - 8:25
Un abrazo desde la Santa Juana que lo dejó ir y que no supo valorar el trabajo de un maestro, más temprano que tarde nos volveremos a encontrar dónde la resistencia Catiray permanece en cada uno de los nuevos guerreros de la Rayenantu.

7. Mark Stuart Elmes dijo:
27 de Abril, 2009 - 16:15
Brillante. Un hombre culto “de verdad” que al fin aparece. Un humanista, y no un técnico en numérica que sólo sabe de máquinas y estados financieros.

8. Guiliano Ugartemendia López dijo:
27 de Abril, 2009 - 22:16
La filo-sofía nos re-encanta, en donde esperabamos hayar sólo vana cursilería de diario. Un agrado encontrar a un hijo (adoptivo?) de Tomé, haciendonos meditar, no sólo respecto de la importancia de la interpretación del signo, sino acerca de cómo en un lenguaje sutil, con la simpleza del abuelo, se puede ser tremendamente profundo, haciedo un llamado a las conciencias. Saludos desde Lebu, de un oriundo de esas tierras.
9. diego dijo:

28 de Abril, 2009 - 8:24
Un gusto saber de usted a través de este medio.
Me parecen oportunos y correctos sus comentarios. En el estudio de la biblia batallamos día a día con lo mismo, encontrar el contexto y el sentido de las cosas.
Debemos estudiar más historia y así lograr encontrar los mensajes que los libros nos desafían a encontrar.
Con respeto le saluda
Diego Contreras