lunes, 29 de marzo de 2010

Vista prevista y post-vista

En su blog. Beatdeltambor, Pepe cronicó el siguiente texto que me autorizó "replicar" acá.

Tuesday, March 23, 2010
LA BATALLA DE CONCEPCIÓN O EL TERREMOTO EN EL ALMA
Retorné a mi lugar de nacimiento desde la zona penquista hace 4 años, luego de haber vivido sin duda mis mejores años en pencopolitania. Ahí abrí la mente, me salí de la burbuja colegiocuristicafasciosa, crecí, amé, lloré, peleé, conocí de música, a más de alguna le inventé recuerdos, me revolqué en la sangre del mezcal y salí de ella. Cuando hablo de Concepción me refiero al Gran Concepción, ese que abarca desde Lota hasta Tomé, pasando por Coronel, San Pedro, Talcahuano, Penco Lirquen, destacando el entomecinado lugar donde nació la niña Flor, entre cerros alegres y villasricas.

A todos esos pueblos los recorrí, los parrandié, los enamoré (y des) y los trabajé, guardando especial cariño a los niños de Dichato y la fantástica experiencia que me brindaron en los años del Tambor.

Y bueno, como nos sentimos mal cuando algún amigo tiene hambre, sed o está en problemas y no nos podemos quedar tranquilos nunca, el día post megaterremoto nos sacudimos el miedo y los restos de yeso, esperamos al matasanos de la familia, cargamos una buena dosis de agua, comida y combustible (más otra tanta de rocanrol, por cierto) y siendo las 11 de las noche del día Domingo 28 de Marzo enfilamos cabalgando poderosa camioneta hacia mis penquistas tierras terremotiadas, con la misión de entregar los (como nunca) vitales elementos a cuanto amigo pudiésemos encontrar.

Extraña noche aquella, pero tranquilos sabiendo que nuestros más cercanos se encontraban sanos y que lo peor que nos pasó fue una herida en el pie que la niña flor sufrió cuando un vidrio santiaguino se interpuso en su heroica arracada del sangoloteo principal.

Así recorrimos la 5 sur entre pavimento quebrado y unos 20 minutos contra el transito por plena panamericana…el hecho es que incluyendo los desvíos que nos hicieron pasar por tenebrosos pueblos en que el temor se adivinaba, llegamos a Conce, MI Conce siendo las 6 de la mañana.

Enfilar por calle Los Carreras a esa hora era una escena casi irreal, una boca de lobo en la que grupos de siluetas caminaban sin destino claro (por que estaba irremediablemente oscuro) grupos que se suponían personas e intentaban detener nuestra cabalgadura 4 x 4 llena de lo que era -para ese pueblo devastado por quizás que odio telúrico y prehistórico- solo algo más que la vida.

A los costados de la avenida se intuían edificios, restos, solo recuerdos de lo que alguna vez fueron, escombros gigantes donde alguna vez pasé siguiendo a alguna chica…no puedo dejar de señalar la metáfora más repetida en estos días; una ciudad bombardeada por natura y luego (como comprobamos al llegar el alba) por los hombres.

A mitad de la importante arteria un soldado de la policía militar casi colgado de su fusil nos detuvo… no nos preguntó nuestros nombres, no nos pidió el carnet ni nos inquirió que hacíamos solos en ese maldito lugar a esa hora ridícula, sino que solo nos recomendó…”transiten por la pista del medio, prendan las luces de emergencia y no se detengan por nada del mundo”. Como somos de naturaleza curiosa le preguntamos…”¿como está la cosa para Chiguayante?” (que era nuestro punto de llegada)…”Esta bien, respondió, se puede pasar por el puente”.

El hecho que en la ruta hacia Chiguayante nunca haya existido un puente me dio el indicio que nuestro destino era incierto, luego el joven soldado, con una sonrisa nerviosa dibujada, nos conminó a seguir nuestro camino. El resto del tránsito por el centro penquista solo nos mostró edificios increíblemente destruidos, tanta destrucción que me alojó esa pena pesada y turbia que me acompañó el resto de la jornada y varios días después.

Enfilando hacia Chiguayante y sorteando los obstáculos (no olviden que nos transportaba moderna 4 x 4) y desde Pedro de Valdivia el escenario agregaba a las casas en destrucción barricadas encendida en cada una de las cuadras…todas la cuadras (literalmente) custodiadas, defendidas, cerradas, ¿a que?. El fuego permitía vislumbrar los rostros de los cuidadores de las barricadas, todos ellos armados de palos, palas, extraños (para el lugar) instrumentos campesinos, machetes, rostros que observaban atentamente nuestro avance….y una palabra se instaló en mi para no salir jamás…EL MIEDO, el antiguo y atávico pánico, ahí en esas calles que recorrí tantas veces; MIEDO, SOLEDAD y VIOLENCIA.

Llegamos a nuestro lugar de destino y en la entrada de la pequeña calle, obvio, una barricada humeante flanqueada por jóvenes custodios nos impedía el paso: “¿Quiénes son?, de donde vienen?, que hacen aquí?, ¿Cuál es el número de la casa?, ¿Cómo es el nombre del dueño de casa?...¡verifica Pedro!. Luego de un rato los rostros de los nenes armados se relajaron y nos dieron paso libre….”disculpen pero está brava la cosa, no quieren saquear los de La Leonera, nos llegó el dato que quieren violar a las mujeres, los últimos balazos se escucharon hace 10 minutos”…dijo el pendejo que portaba un largo tubo de PVC con un cuchillo cocinero atado en el extremo (una rudimentaria y prehistórica-postmoderna lanza).

Abrazos, llantos, risas de los suegros del medicucho…y MIEDO, TERROR, PÁNICO, los saqueos, los incendios, el agua, el terremoto, la casa en si misma transformada en campamento de emergencia.

Al llegar la mañana las casas comienzan a despertar, en el barrio no se observa mayor destrucción (clase media alta), los muchachos de las barricadas se pasean armados y observan orgullosos a las bellas adolescentes que los miran con gestos de agradecimiento, una novia despide a su pareja como si fuera a embarcar al África colonial, y la primera actividad del día…AGUA, buscar AGUA.

En la puntera de ESSBIO deben estar unas 100 personas en tensa fila…no es mi costumbre hacer fila dije, la cercanía del río bio bio nos lleva hacia el, ¿estamos en la cordillera?, no en la segunda ciudad de Chile, la roquera, la rebelde, la culta Concepción.

Debo ir a dejar suministros al Lalo, la Elena, el Gonzalo, la gente de Tomé…me preocupo, la comunicación tan OCDE, los aparatos tan desarrollados no sirven para nada, no son NADA en este lugar casi inhóspito, de otra época. Las barricadas se mantienen en restos humeantes, los vigilantes conversan, intercambian historias guerreras, todos lucen un coqueto brazalete blanco, que no era otra cosa que una bolsa plástica de supermercado atada al brazo, pasa un padre de camuflado atuendo armado de un grueso palo, lo acompaña su hijo de 12 años que porta un coligüe afilado en la punta, “no mires, no mires, solo camina”, le dice cuando el chico intentó saludarme sutilmente.

En los años penquista varias veces fui a La Leonera, barrio bravo y peleón cualquier día del año…”nos vienen a saquear y violar a las mujeres, disparos” la frase giraba como tema de Spinetta.

Como somos de naturaleza curiosa y el destino nos tiene buena barra subimos en auto mucho más discreto que camioneta patona y nos dirigimos ¿Dónde?, a La Leonera, bastante asustado, les diré. Ya claro, el panorama era violento; restos de supermercados saqueados, construcciones destruidas, bencineras con sus estanques abiertos rodeados por personas con “varas” sacando combustible (lease largos tubos de PVC con un pequeño recipiente en uno de sus extremos que cumplía la misión de extraer el refinado líquido hoy transformado en artículo de supervivencia), restos de basura, humo, gente deambulando.

La Leonera se nos presentaba como un campamento haitiano, todo el mundo en la calle, los bloques forrados en un ordinario zincalum solo eran un paisaje, nos observan, barricadas de neumáticos (a la antigua usanza), chicos con pistolas custodian las esquinas, micros obstaculizan el paso, extrañamente el ambiente se denota más sereno, quizás porque sus habitantes viven en “emergencia” permanente, nuevamente MIEDO, SOLEDAD ¿Por qué las barricadas?, pregunto a uno armado con un martillo…”por los saqueos”, me dice….los supuestos saqueadores temerosos de ser saqueados, una espiral, la serpiente vuelve a morder (y meter) la cola. De pronto de uno de los escuálidos edificios observo una desgarbada figura, la gente lo rodea….Santiago Pavlovic el más famoso reportero de guerra chileno…lógico él solo está en las guerras y esto era eso…un resumen de guerra.


Dos lienzos colgados de la reja de la multicancha, escritos con pintura negra llaman mi atención…”AQUÍ EL GOBIERNO NO EXISTE”, “LA PROTECCIÓN MILITAR ES SOLO PARA LOS RICOS” …curioso, Los bravos de la Leonera pidiendo protección militar, pero dando un acertado diagnóstico: estaban solos, el Estado no existía, solo ellos contra todos los demás…lo mismo sentían la totalidad de los habitantes del Gran Concepción; MIEDO, PÁNICO, INCERTIDUMBRE, SOLEDAD y en medio de todo LA MUERTE disfrazada de placa tectónica o de mar recuperando lo que le pertenecía.

Cuando las miradas comenzaban a hastiarse de nuestro deambular decidimos que lo más prudente era volver por nuestros pasos.

Suena la radio, da reporte, desaparecidos, “no encuentro a mi tío”, en Talcahuano un gran barco está en el centro de la plaza, Dichato ya no existe, incendio en la Universidad de Concepción/nadie lo intenta sofocar, /una gran réplica remece los cuerpos/, alguien vocifera por la radio, es una mujer, es la alcaldesa que pide matar a todos los que se encuentren en las calles (o sea todos), pienso; ¿las autoridades?, ¿los líderes?, los que deben orientar, informar, dirigir. Aquellos que deben mantener la templanza en los momentos más álgidos, ¿Dónde estaban?...senadores, diputados, jefes de servicios, ¿Dónde?....Asustados (como todos), pero dando información inconexa o errada o bien descargando todo su terror católico e irreductible.

En la vivienda de emergencia un plato de no perecibles tallarines nos espera, no puedo comer, no tengo hambre….siento que les quito un alimento muy precioso, pero también por que la tristeza es más poderosa que la alimentación /cae otra ruidosa réplica/, los penquistas ya se sienten veteranos en estas lides, no se inmutan….del sábado que no me cambio ropa, dice una.

Un helicóptero de la armada sobrevuela el lugar, otro del ejercito, observan mudos la población en armas, se alejan a redactar algún informe. Hay que ir a Hualpén, detrás de los Sagrados Corazones (antiguo colegio de la niña flor en sus tiempos penquistas, cuna de curas izquierdistas, pero educador de la pequeña burguesía)…algo me huele mal.

Pasamos por los sectores pudientes; Lonco, Pedro de Valdivia, como el dinero siempre se hace notar ya no hay barricadas, ahora los vecinos se “protegen” con verdaderas fortalezas de 1. 5 metros de ladrillos, madera y alambre de púas, rostros desencajados de odio/miedo (mi plasma, mis joyas, mi auto) varios hombres portan escopetas de doble cañón con los tiros colgados cual si fueran el centauro del norte, otro de celeste polera con cocodrilito en el pecho amenaza con un palo de golf…bueno es un barrio de lujo.

Enfilamos hacia el centro, llegamos al edificio con la espalda quebrada por el egoísmo mercantil del presidente de la cámara de la construcción del Bio Bio, Sr. Juan Ignacio Ortigosa, más gente en la calle….son las 17:00 Hrs…. Militares dirigen el transito y evitan que aquellos que roban combustible se peleen, un joven borracho y descamisado salta revoleando la polera en el medio de la avenida Los Carreras, se incendia el Supermercado Alvi…. Hay que ir a Talcahuano. Se decide optar por el antiguo camino de los carros, nuevamente cada cuadra una barricada, el pueblo se prepara para una nueva noche de acción, calles cerradas en pleno centro penquista, grupos con escopetas, calle Salas….un civil armado ordena el flujo vehicular….no hay nada más que hacer, todo se ha perdido… es necesario irse, nuestra camioneta despierta muchos deseos…. Estamos a pocas cuadras de la tienda La Polar que comienza a incendiarse (varios cuerpos calcinados fueron encontrados en su interior días después); ordeno el repliegue….Manuel Rodríguez, Paicaví, nuevamente Los Carrera hasta salir del radio urbano, no veo nada, no escucho nada, la pena sobre 8.8 grados Richter me lo impide MIEDO, SOLEDAD, VIOLENCIA, DESTRUCCIÓN, calles inundadas de lo que de verdad hemos (des)construido alucinados en escenografías de tercermundistas con ínfulas de desarrollo, protegiendo armados hasta los dientes miserables artefactos, solo apariencias, solo formas, que al primer remezón caen como las tejas en mi pueblo, dejando solo un rojo y vacío polvo en el aire.

Alguien pincha mi teléfono, es Julián el Asturiano, me avisa –preocupado- que en la radio han dicho que en el centro de Concepción han comenzado a asaltar automóviles…no te preocupes, le digo, ya voy de vuelta a la quebrada…aunque no quisiera.

REFLEXIONES FINALES AL VOLEO:

1.- Apenas terminado el terremoto corro al edificio donde vive mi madre, es un edificio tosco, marrón, sin mayor diseño arquitectónico, humilde, casi FOME, lo inauguró Salvador Allende en 1970 para la Caja de Empleados Particulares…no presentó ni una débil grieta al embate de Pachamama… En Conce el Edificio Alto Río de la inmobiliaria Socovil, (Rodrigo Valenzuela Guell y Juan Ignacio Ortigosa) hermoso, de potentes colores, diseño pensado para demostrar estatus y solvencia económica, 14 pisos y 80 departamentos, presenta graves fallas estructurales, prácticamente sin cimientos, cae al suelo y se parte en dos, 8 muertos. Responsables fugados a la fecha.

2.- Luego de varios días logré encontrar a mis perdidos de Concepción y Dichato, la bella Elena me cuenta sus peripecias: 4 días viviendo en un sitio eriazo dentro del auto al lado de un supermercado, observa en vivo y en directo los saqueos productos del pánico, pero principalmente del neoliberal individualismo sin límites….”mira Pepe, vi personalmente minas rubias que llegaban en feroces 4 x 4 metiéndose al súper y llenarlas de objetos”…¿Y tu?, le digo…Me reponde: “Huevón yo cuatro días sin comida y sin agua me los banco, a duras penas, pero me los banco…Eso si yo no aguanto un puto día sin dignidad”.

3.- Las autoridades elucubraron miles de explicaciones para justificar el impresentable papelón de no tener capacidad de respuesta alguna ante una catástrofe de esta magnitud, dejando al pueblo (todo) entregado a su propia suerte. Entre otras cosas argumentaron dificultades para coordinarse en las primeras horas. Entonces ¿como un grupo de civiles desarmados y con suministros importantes logran llegar vía terrestre sin mayores inconvenientes al centro de la emergencia en horas que excedieron solo un poco a un recorrido normal?. Brutal ineptitud, si esto hubiese sido una invasión de alguna potencia terrestre o extraterrestre les aviso que me entrego a los 2 minutos.

JOSÉ MIGUEL MORAL BRAVO

posted by PEPE at 6:05 PM

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